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Según cifras del Fondo Monetario, revisadas en junio y septiembre, los costos en Estados Unidos superaban el par de billones (millones de millones) a fin de 2009. Como sucede hoy en la Unión Europea, fue un fracaso colectivo, sostienen Joseph Stiglitz y Jefffrey Sachs.
La continua baja de valores inmobiliarios –atenuada recién este año- y la carga de incobrables, por sí solos, determinaron sólo en 2007/2008 quebrantos por US$ 565.000 millones. Así estima un informe anual difundido por el FMI este miércoles en Washington. El otro monto incluye títulos y obligaciones comerciales ligados a bienes raíces y préstamos a deudores insolventes, tanto individuos como sociedades. En general, eran activos tóxicos.
El trabajo del Fondo Monetario Internacional señala lo peor de la astringencia crediticia, pero ahora aparece la crisis europea. Hasta diciembre, en efecto, bancos y firmas de valores occidentales habían depreciado o liquidado activos por US$ 750.000 millones. A raíz de eso, los reguladores presionan para que el sector privado busque capitales frescos, con el objeto de frenar el deterioro de balances y el crecimiento. Tanto en Estados Unidos como en la Eurozona.
“Las nuevas turbulencias son algo más que problemas de liquidez. Por el contrario –apuntaba un informe de Union des Banques Suisses-, reflejan profundas fragilidades contables y débiles bases de capital. Entonces, sus efectos pueden ser aun más amplios, hondos y recurrentes, por lo cual comportan riesgos de continuar durante un lapso considerable”. Similar postura exhibe el comité de Basilea.
Todavía bajo Rodrigo Rato, hace dos años y medio, el Fondo suponía que la crisis sistémica tendría consecuencias acotadas. Ello se debía a “falta de comprensión sobre riesgos involucrados en ciertos instrumentos financieros, por ejemplo los derivados”, subraya UBS.
Con Dominique Strauss-Kahn en el timón, no se acabaron los eufemismos típicos de la alta burocracia fondista. No obstante, las proyecciones del FMI superan a las de bancas y analistas privados. Por ejemplo, los US$ 600.000 millones que presumía, en 2009, Deutsche Bank. “Los gobiernos debieran preparar planes contingentes –sostiene el trabajo- para afrontar grandes masas de activos deteriorados, si las depreciaciones conducen a una dinámica rupturista en la economía real”. Éste es el horizonte que afronta la inminente cumbre del Grupo de los 20.
En el pasado, el FMI “no ha señalado con bastante énfasis una serie de peligros asociados al colapso de malas hipotecas y sus efectos en el sistema financiero”, admite hoy Strauss-Kahn, en clara alusión a su antecesor. Por cierto, en abril de 2007, Rato todavía afirmaba: “no existen serias amenazas de tipo sistémico. La titulización de malas hipotecas no implicará pérdidas relevantes”. Lo único positivo es otro fenómeno imprevisto: el desacople de mercados asiáticos y latinoamericanos respecto de las crisis en economías centrales.
Por Revista Mercado
QUE LOCO!
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